Adiós Nanchang, adiós

Cuando estoy escribiendo esta entrada, Pepe y Rocío Xiazhi, están durmiendo. Es la última noche que mi hija pasará en su provincia.

Tengo muchisimas ganas de que vengan ¡MUCHISIMAS!, por tenerlos aquí y por Nerea Hua, que jamás imagine que echara tanto de menos a su padre y que tuviera tantas ganas de achuchar a su nueva hermana.

Antonio también lo está pasando regular, aunque él tiene más "vida social" y está más entretenido. De todas formas ayer, al llegar de clase y decirle que habíamos hablado por skype con su padre, se puso a llorar, como niño que es, también está deseando verlos aparecer ya.

Esta es la vista que se ve desde la ventana de la habitación del hotel.

Hoy tengo sentimientos encontrados, por una parte esos deseos enormes de tener a mi niña y por otro lado, el dolor de saber que una madre se queda para siempre sin su hija. ¡Si pudiera hablarle! ¡si pudiera expresarle lo que siento!

Tengo tres hijas y sé que hay tres madres que sufren. Quizás su sufrimiento no sea igual que el nuestro, quizás tengan superada la separación de sus hijas, quizás......

Rocío se está acercando a nosotros, a su familia y eso me llena el alma, aunque como he dicho anteriormente, en un rinconcito hay una pena.

Los dos están perfectamente. La niña come todo lo que le da, spaguetti, arroz, pizza, galletas saladas, galletas dulces.... ¡vamos que ha venido a la familia ideal!

Hoy la he visto como se dormía, la ha puesto delante de la tablet, miraba atenta escuchando lo que sus hermanas y yo le decíamos y con el sonido de la voz, cerraba los ojitos hasta que su papá la ha llevado a la cama y allí se ha quedado.

Ahora no suelta de la mano el teléfono con música que papá le ha comprado.
Si puedo, y se ve bien una foto que hemos hecho en la vídeoconferencia la subo más tarde, ahora han llegado los niños del entrenamiento y es la hora de preparar la cena.

¡¡¡¡¡Adiós Nanchang, adiós!!!! Aunque jamás haya estado allí ya formas parte de mi vida.